Pobreza y desigualdad, limitaciones importantes en el camino hacia una educación inclusiva
La educación es uno de los pilares fundamentales para construir sociedades inclusivas y con mayor igualdad de oportunidades. No obstante, existen factores sociales, económicos y culturales que pueden favorecer o menoscabar el logro de la equidad y la inclusión en la educación, tal como se señala en el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020 (Informe GEM) de la UNESCO.
Los datos expuestos en el Informe GEM 2020 evidencian la brecha en el acceso a la educación que limita las oportunidades de los niños y las niñas en situación de pobreza, muchos de los cuales no logran asistir a la escuela, y quienes lo hacen se encuentran en desventaja frente a los estudiantes que provienen de hogares ricos o con mayores ingresos debido a diversos factores tales como la desnutrición o la falta de los recursos materiales necesarios para desarrollar su aprendizaje.
Al respecto, el citado informe señala que en 30 países de ingresos bajos y medianos, el 41% de los niños y niñas menores de cinco años pertenecientes al 20% más pobre de los hogares estaban malnutridos. Es decir, más del doble de la tasa de los pertenecientes al 20% más rico, lo que menoscababa considerablemente sus oportunidades de beneficiarse de la educación.
Asimismo, revela que aproximadamente 258 millones de niños, adolescentes y jóvenes, es decir, el 17% del total, no van a la escuela. Además, indica que existen considerables disparidades en las tasas de asistencia en función del nivel socioeconómico. En 65 países de ingresos bajos y medianos, la diferencia media en las tasas de asistencia entre el 20% más pobre y el 20% más rico de los hogares es de 9 puntos porcentuales para los niños y niñas en edad de asistir a la escuela primaria, 13 para los y las adolescentes en edad de concurrir al primer ciclo de secundaria y 27 para los jóvenes en edad de asistir al segundo ciclo de secundaria.
En ese sentido, se observa que la pobreza incide en la asistencia, la finalización y las oportunidades de aprendizaje. En todas las regiones, con excepción de Europa y América del Norte, por cada 100 adolescentes del 20% de hogares más ricos, 87 del 20% más pobre concurrieron al primer ciclo de secundaria y 37 lo terminaron. De estos últimos, por cada 100 adolescentes del 20% de hogares más ricos, cerca de 50 alcanzaron un nivel mínimo de competencia en lectura y matemáticas.
De este modo, el informe recomienda “centrar la financiación en los que se han quedado atrás: la inclusión no existe cuando millones de personas no tienen acceso a la educación”, resaltando que los gobiernos necesitan un enfoque doble que asigne financiación general para fomentar un entorno de aprendizaje inclusivo para todos los educandos, así como financiación específica para seguir a los más rezagados lo más temprano posible.
No debemos olvidar que solo podremos hablar de igualdad de oportunidades cuando todos los niños y las niñas, adolescentes y jóvenes en el mundo tengan las mismas posibilidades educativas, con independencia de su origen social o cultural, o de su condición económica. Solo lograremos avanzar hacia una sociedad inclusiva si derribamos las barreras que dividen a las personas entre pobres y ricas desde el inicio de sus vidas.