65 años del voto de las mujeres mexicanas

Tal día como hoy hace 65 años, las mujeres mexicanas acudieron por primera vez a las urnas para participar en las elecciones federales. Ya en 1887, el periódico feminista mexicano Las Violetas del Anáhuac reclamaba la igualdad social y civil entre hombres y mujeres, y con ello el derecho al voto. Sin embargo, fue unos años más tarde cuando surgieron diferentes organizaciones revolucionarias como Las Hijas de Cuauhtén que abogaban por la participación política de las mujeres, extendiendo así la idea del sufragio femenino entre la población. Las mujeres, que habían estado relegadas al hogar y las tareas de cuidado, reclamaban con fuerza sus derechos en un contexto de revolución en México.

En 1923 tiene lugar el Primer Congreso Nacional Feminista en el país, cuya principal reivindicación fue el derecho al voto y la candidatura a cargos públicos. Ese mismo año, en Yucatán, estado reconocido como pionero en los derechos de las mujeres el el país, una mujer es electa diputada al Congreso Local. Tristemente, se vio obligada a renunciar por las presiones sociales que sufría, dejando patente que en la igualdad de género quedaba mucho por conquistar.

Tras años de lucha, en 1953 el voto de las mujeres se consolidaba en México, siendo este el último país de Latinoamérica en hacerlo. Ese año, y sobreaviso de la ONU que quería que todos los países miembros reconocieran los derechos políticos de las mujeres, las mexicanas fueron consideradas ciudadanas en su constitución. Hasta entonces, a las mujeres se les negaba no solo el derecho al voto, sino el derecho a estar presentes en cualquier ámbito de la vida pública.

Finalmente, el 3 de julio de 1955, las mujeres mexicanas acuden por primera vez a votar en las elecciones federales. Hoy recordamos este día como un avance en el reconocimiento de los derechos fundamentales de las mujeres. No obstante, la igualdad de género sigue siendo una proclama actual. No solo en México, sino en todo el mundo, las mujeres continúan siendo las que realizan más trabajo no remunerado, las que más se encargan de las tareas de cuidados, las que tienen más riesgo de caer en la pobreza y a las que más se les priva de la educación a nivel mundial. Por ello, una educación feminista fundamentada en la igualdad es necesaria para la conciencia y defensa de los derechos humanos.